Por ese motivo, debido a que el BDSM refleja de manera tan fuerte la forma en que interactuamos dentro de la sociedad, está sujeto a los mismos principios que están en juego en el mundo "vainilla". Las personas que practican BDSM suelen afirmar que la presencia de una figura de autoridad, paradójicamente, tiene un aspecto vinculante y liberador y que hay un fuerte deseo de descargar cualquier responsabilidad en esa autoridad.
Esta paradoja facilita la obediencia dentro de la práctica BDSM y refleja el número de personas que bajo una autoridad, a menudo, actuarían de tal manera que no podrían hacer en la vida cotidiana. Además, cuanto más tiempo continúe la práctica y cuanto más tiempo un/a sumiso/a acate órdenes más se mostrará el fortalecimiento de la obediencia al dominante.
El BDSM refleja cómo nuestra actitud puede ser moldeada cuando se enfrenta con símbolos y posiciones de autoridad. Una gran parte del juego BDSM consiste en el propio posicionamiento del dominante como autoridad y en cómo se produce un cambio real en la percepción del sumiso/a y la actitud hacia ellos mismos. Fuera del contexto BDSM, los estudios han demostrado que cuando se percibe a una autoridad como legítima, es más probable que las personas se sientan dependientes de ella y se muestren satisfechas con las decisiones que toma. Los estudios han demostrado cómo una situación de poder tiene un gran impacto en las actitudes y el comportamiento, y el BDSM lo ha confirmado también. Las personas que participan en estas prácticas fácilmente asumen el papel que están jugando y por tanto hay un serio potencial de abuso basado nada más que en una dinámica de poder artificial.
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